APUNTES PARA UNA ARQUITECTURA AUSENTE

APUNTES PARA UNA ARQUITECTURA AUSENTE



Impenitente : Adjetivo. Que persevera en un hábito.
Ausente : Nombre común. Aplicado a personas o cosas. De lo que se ignora si vive todavía o donde está



"Un artista verdadero es alguien que está preocupado por muy pocas cosas."
Aldo Rossi


"No habrá otro edificio"
Louis Kahn


miércoles, 18 de abril de 2012

MI ARQUITECTO REVOLUCIONARIO FAVORITO




Yo ignoraba quien era Dubut. Tal vez muchos si le conozcan sobradamente y lo que representó en el ámbito de la arquitectura a finales del siglo XVIII. A estos les pido su benevolencia por mi supina ignorancia. Al resto, su conocimiento tal vez nos sirva para descubrir algunas claves del porqué de la arquitectura actual.
                                                                                                                          
En la Escuela de Arquitectura de Valencia, tras tantos años pasados, nadie nos habló de Dubut. Tampoco conozco escritos sobre Dubut de Bruno Zevi, Kenett Frampton u otros críticos solventes (aunque seguro que si los han hecho y, por supuesto, que lo conocen ).

Si se entra en la red buscando la palabra "Dubut", bobaliconamente se nos pregunta "si quizás quisiste decir debut".  En la wiki no existe. Missing.

Casa para la bailarina Guimard.Ledoux.

En la Escuela solo me hablaron de Ledoux, de Boullé y de Lequeu. Eran los auténticos, los genuinos arquitectos revolucionarios. Los que con su acción y pensamiento cuestionaron la idea que de la arquitectura se tenia hasta entonces. La triada mágica que repetíamos, cual loros de feria, en nuestros pedantes cenáculos arquitectónicos de juventud. 

Esta triada nos dejaba asombrados y patidifusos por sus grabados y planos. Quien no recuerda el Cenotafio para Newton de Boullé o la Vivienda para los Guardas de Ledoux.     

Casa para los guardas. Ledoux.

Cenotafio para Newton. Boullé.

Benévolo, en cambio, no parece atribuirles tal reconocimiento; es más, niega su pretendido papel de precursores del Movimiento Moderno y afirma que tampoco pudieron escapar de algunas de las convenciones académicas existentes. Como mucho, les concede un papel destacado en la alternativa más "ideologizada", frente a la corriente "tecnológica" que también comenzaba a despuntar.                                                                                                                                                                           
En lo que si parecen estar de acuerdo la mayoría de críticos es que ambas posiciones emergentes, la ideológica y la técnica, nacieron de dos evoluciones en la condición humana y relacionadas entre sí: "La primera, el repentino incremento en la capacidad del hombre para ejercer un control sobre la naturaleza, más allá de las fronteras técnicas de Renacimiento. La segunda, la variación fundamental en el pensamiento de la consciencia humana, en respuesta a los grandes cambios que tuvieron lugar en la sociedad y que originaron una nueva formación cultural, igualmente apropiada, para los estilos de vida de una aristocracia en declive y una nueva burguesía en ascenso". (Kenet Framtom. Tranformaciones Culturales. La arquitectura Neoclásica. 1750-1900).                                                                                                                                                           

Aun así, en nuestra ignorancia, no comprendíamos claramente la relación que pudiera existir entre las disparatadas propuestas de aquellos visionarios y el acontecer posterior en que la arquitectura ha devenido.

Ciertamente, el punto de inflexión hacia la arquitectura moderna no se produjo por una causa única pero ¿cual era realmente la contribución de aquellos arquitectos llamados revolucionarios?. Era como un laberinto, como esos puzles a los que le falta una pieza y es imposible completarlos.

Asomándome al patio de vecinos (la afortunada frase es de mi amigo el arquitecto López Silgo) casualmente encontré una fugaz referencia sobre Dubut en una reseña sobre la obra de Shinkel. Se le citaba fugazmente, en apenas un par de lineas, pero algo se translucía de su relevancia.
         
Finalmente, en un librito caído en mis manos, de apenas treinta paginas, titulado "De Ledoux a Lecorbusier" y publicado en Viena en 1933 por Emil Kaufmann, aparece documentada la trayectoria y el significado de Louis Ambroise Dubut. (Y yo dos veces flowers, pues al tiempo, he descubierto que Kaufmann resulta ser un importante crítico y estudioso de la historiografia arquitectónica de los siglos XVIII y XIX).

El librito es apasionante, tal vez un poco tendencioso, pero está escrito a golpes de conocimiento y de corazón. Lo recomiendo vivamente. Me ha dejado un sabor dulce y reconfortante y gracias a el he conocido a Dubut. El poso que me ha dejado, junto a otras reflexiones encontradas por aquí y por allá, es lo que transcribo, seguramente de forma  torpe y simple. Insisto, hay que leer el libro de Kaufmann.
                
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Louis Ambroise Dubut, perteneciendo a la segunda generación de aquellos arquitectos revolucionarios del siglo XVIII, pronto absorbe y supera la herencia recibida de sus mayores y desarrolla las nuevas teorías que dinamitarán los conceptos clásicos que, desde Vitrubio, se mantenían incólumes.

                                                                                              
Iglesia San Fedele. Pelegrino Tebaldi
El Clasicismo según las reglas eternas


Hay que remontarse incluso a los finales del siglo XVII, con Perrault, y posteriormente reseñar las figuras de Cordemoy (1706), del Abate Legier y de Soufflot (1753) para deslindar la sutil linea evolutiva que de la crítica de la arquitectura existente se estaba recorriendo.

Blondel que era consciente de ello, desde su escuela privada de arquitectura, fundada en 1743, transmite estas nuevas inquietudes a sus alumnos entre los que se encuentran Rondelet, Boullé y, el más visionario, Ledoux.

La compleja herencia de la generación de Boullé y Ledoux son recogidas por Durand quien, desde su curso de arquitectura en la Ecole Polytechnique de Paris, la racionaliza y sistematiza.

Durand conforma un sistema de reglas razonables y prácticas. Critica la noción tradicional de los órdenes y propugna una teoría combinatoria y tipológica de todos los elementos posibles en la edificación, tratando de establecer una metodología universal a través de la permuta modular de unos tipos fijos sobre el plano y unos alzados alternativos según las necesidades.


Estudios tipólogicos.Durand.


Lo que ya enseña Durand lleva latente el germen que incidirá en el devenir futuro de la arquitectura posterior. Desde estas enseñanzas es de donde, su alumno Dubut, partió.
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Para valorar y apreciar lo que supuso aquella revolución, que liquidó las teorías y los principios clásicos existentes e inamovibles que, de la idea de la arquitectura se tenían desde hacia más de cuatrocientos años, hay que situarse en el contexto de la época existente y en aquellos convulsos años. El periodo entre 1760 y 1830, cuando Dubut trabaja y desarrolla sus ideas, es la era de la primitiva revolución industrial, y en la arquitectura, el momento del neoclasicismo. En la Francia de aquellos días, y en el resto de los países "cultos", se mantienen inalterables los principios clásicos que, tanto en el Renacimiento como después en el Barroco, son sólidamente aceptados. 

Este espíritu del "Antique Regim" no se discute y está aderezado por el "bon gout" a seguir. Se enseña oficialmente lo que debe ser "la buena arquitectura", es decir,  formas ritmadas y equilibradas, simetrías simples, respeto e imitación de las formas clásicas, composición conveniente y la exigencia de representación del rango social que en las distintas partes de un mismo edificio deben contemplarse.

Son también las normas del atemperado Renacimiento y las maneras apasionadas y alambicadas del Barroco, fundidas y codificadas, según las leyes eternas. Este bagaje se remontaba hasta Vitrubio y a Leon Battista Alberti.

Y estos principios fueron los que precisamente se dinamitaron, con Dubut a la cabeza, por la nueva generación de arquitectos que llegaba, y a la que se ha denominado los arquitectos revolucionarios de la Ilustración.

Toda la cultura arquitectónica, hasta entonces, se basaba en unos cánones eternos e invariables de formas dispuestas en maneras heterómanas. Los arquitectos revolucionarios, en contraposición, descubren y desarrollan las formas autónomas. Así de fácil, y al mismo tiempo, así de difícil. Y así lo señala el propio Kaufmann : "Este cambio es, sin duda, el acontecimiento histórico mas importante en todo el devenir de la arquitectura ". 

Hasta entonces, y según la doctrina clásica, las "partes" de un edificio se debían someter al "todo" y formar un conjunto único, de forma que, la desaparición de alguna de ellas era como amputar un brazo en el cuerpo humano. Las "partes" servían al "todo" y la unidad era inquebrantable.

Los arquitectos revolucionarios de la primera generación, la de los visionarios, también exploraron inconscientemente algunas facetas de este concepto pero, sujetos aún a las ataduras y convenciones del momento, derivaron en posiciones diversas e infructíferas. Boullé y Lequeu se perdieron por caminos, románticos el primero, megalómanos y monumentalistas el segundo.

Ledoux, más comprometido, combatió al mismo tiempo desde los dos frentes de la  batalla. Su posición resultó un continuo ir y venir entre lo antiguo y lo nuevo. Solo al final de su vida, liberado de ataduras sociales, y harto de tanta hipocresía, pudo plasmar libremente su ideas en los dibujos de su arquitectura que sabia que nunca se construiría. (Ledoux estuvo a punto de ser guillotinado por los Jacobinos y, paradójicamente, fue también repudiado por la ralea napoleónica del neoclasicismo del último estilo Imperio ) 


Castillo sobre el mar. Lequeu.
Palacio de Justicia, Aix-en-Provence. Ledoux.
Puerta de acceso a la ciudad. Boullé


Afortunadamente, todos estos nuevos vientos ya habían sido captados por Dubut. Más libre que sus predecesores, se lanza a  tumba abierta hacia el futuro. Su "sistema de pavellones" (bloques o pastillas), insinuado anteriormente por Durand, es desarrollado plenamente por Dubut. Es su contribución a la estocada de muerte de la arquitectura clásica, ya de por si moribunda, tras la máscara del neoclasicismo.

En su desarrollo teórico y práctico Dubut se mueve sin vacilación : ya no proceden los "puntos de vista" estáticos, de imagen única y principal, falsamente dispuestos para embobar a un publico expectante y mostrados con teatralidad. Las teorías de las perspectivas focales contemplativas se lanzan por la borda. El edificio ahora tiene infinitos puntos de perspectiva, diferentes cada uno, y al mismo tiempo superpuestos sin solución de continuidad.

El "todo", el edificio en su conjunto, es posible generarlo por una agregación de elementos y no por un crecimiento tasado y hermético de las "partes" siempre subordinadas este. La "partes" y el "todo" tenían vidas autónomas. Las rígidas concepciones volumétricas saltaban por los aires.

Dubut así lo reflejó en su tratado de "Architecture Civil" editado en 1800.

Esta obra representa la culminación de todas las tentativas anteriores. En el tratado estudia y clasifica, metódicamente, el nuevo sistema de "pabellones" independientes y fractura, despiadadamente, la unidad de los conjuntos. Plantea tipologías diversas de agregaciones volumétricas, algunas hasta con cincuenta alternativas. Su campo de acción son tanto las casas de campo de la nueva burguesía naciente así como los edificio públicos. En todos ellos se manifiesta la segregación de los distintos elementos del edificio; la unión entre la parte principal y las dependencias secundarias ya no existe. Todo es lo uno y lo otro. Todo  es autónomo.


Casa Nº 14. Dubut.


En la casa Nº 14 coloca simplemente, y de manera didáctica, el ejemplo tipológico junto al proyecto. La manera suelta en que los bloques se agregan en la composición, totalmente contraria a las tesis del Barroco, se aprecia con claridad. La conexión material no es precisamente lo esencial, sino la falta de referencia mutua entre la "partes". En su planta, el salón no se distingue del resto de estancias, y solo  atiende a las necesidades prácticas. También se rompe la disposición axial de la entrada-salon-salida obligada en cualquier distribución clásica.

En su casa Nº 41 la composición de los cuerpos prismáticos con plantas superiores retrasadas, adelanta y vislumbra al set-bak de las fachadas de los rascacielos de nuestro tiempo.

Casa Nº 41. Dubut.


En el plano de la casa Nº 21, el interior de las viviendas se disponen de una forma totalmente libre. En ambas casos, demuestra que el sistema de pavellones puede servir tanto en una disposición centralizada, como ya tanteó Durand, como para disposiciones en hilera.


Casa Nº 21, Dubut.

Su idea básica, de la disposición en bloques del nuevo conjunto, le conduce a la reiterada penetración de unos sobre otros, matiz este destinado a ser de la mayor importancia en las arquitecturas de los siglos XIX y XX. Dubut ya no exige el equilibro tan necesario en el arte clásico, y tampoco la armonía preestablecida. En la casa Nº 9 el cuerpo saliente y el edificio principal se relacionan sin la preponderancia de uno sobre el otro.

Casa Nº 9. Dubut.

Esta manera autónoma de componer, que tal vez ahora nos parezca simple e ingenua desde nuestra habituada mirada actual, representaba para la época una verdadera convulsión y la negación de lo conocido hasta entonces. En Dubut empiezan a aparecer los muros limpios, sin apenas ornamentos, (a la manera de Ledoux) y los huecos sin "decoración". Se preconiza la imposición de formas más puras. También se implanta la autonomía del plano como medio de proyectación
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Casa Nº 10. Dubut.


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El camino recorrido había sido largo :  desde las primeras intuiciones de Cordemoy y Soufflot, las posiciones aún heterómanas de Blondel, la lucha entre ambos mundos de Ledoux y la  transición lúcida y racional de Durand, para llegar a la primacía en la autonomías de las formas recogidas e implantadas finalmente por Dubut.

Casa Nº 35 bis.Dubut.


Y aunque estas teorías parecen caer momentáneamente en el olvido tras la desaparición de Dubut, y la máscara del neoclasicismo que las ocultó temporalmente, el rumbo de la nueva arquitectura estaba ya marcado.

Según Kaufmann, la historia de la arquitectura del siglo XIX es la lucha ascendente del principio de la autonomía formal frente al de la heteronomia feneciente. En 1900, las figuras de Berlage en Holanda y de Loos en Austria la retomarán nuevamente para alumbrar lo siguientes caminos que conducirán hacia el protorracionalismo, el elementarismo, el neoplasticismo y tantos otros que, en los primeros años del siglo pasado, devinieron hacia el Movimiento Moderno.

Como bien sabemos ahora, los nuevos  modos del pensar arquitectónico de principios del siglo XX no se limitaron únicamente a los aspectos formales y temáticos. Para Kaufmann, en el renovado idealismo que aparece en los escritos de Le Corbusier, en su forma de entender la nueva moralidad y en su creencia de que la arquitectura podía regenerar los más altos ideales del hombre, subyacen los mismos principios que, doscientos años antes, ya vislumbraron y formularon aquella generación de arquitectos ilustrados y que culminó con Dubut.




Posiblemente este proceso no ha sido tan simple ni tan lineal como describe Kauffmann. En su transcurso se han producido estravios y reencuentros, avances y retrocesos. Pero para mi, el círculo se ha cerrado. La pieza perdida del puzle era Dubut. Por todo ello es mi arquitecto revolucionario favorito.

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